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‘Benja’: el niño que logró vencer al cáncer y pudo regresar a su casa en medio de la pandemia

‘Benja’: el niño que logró vencer al cáncer y pudo regresar a su casa en medio de la pandemia
08 Jul
2020

Benjamín tiene dos años y medio y, después de un largo proceso que implicó dos operaciones, varios tratamientos de quimioterapia e internaciones en distintos hospitales de Buenos Aires y Mar del Plata, logró recuperarse del cáncer y pudo regresar a su casa en medio de la pandemia del COVID-19.

Cuando Benjamín o “Benja”, como le dice su familia, todavía no había cumplido un año, Marcela, su mamá, le descubrió una protuberancia de color morado debajo del ojo. Preocupada por su hijo, enseguida lo llevó al médico. Su instinto no falló: lo que tenía Benja en el ojo no era un simple golpe, era un tumor. Después de realizarle una resonancia magnética, el diagnóstico fue neuroblastoma, un tipo de cáncer que se forma en las células nerviosas y generalmente afecta a los niños menores de cinco años.


“Cuando recibimos el diagnóstico no nos dieron ninguna esperanza. Al ser un tumor muy maligno, la metástasis se iba a desarrollar con rapidez. De todos modos decidimos empezar con un tratamiento de riesgo intermedio, según nos aconsejaron los médicos”, cuenta la mamá de Benjamín.


Con el paso de los días, Marcela comenzó a notar que su hijo tenía la panza un poco más hinchada de lo normal. Luego de practicarle algunos estudios, descubrieron que el niño también tenía un tumor en el estómago, el cual había hecho metástasis en el ojo, aquella protuberancia por la que había comenzado todo.

El tratamiento
Después de recibir este último diagnóstico, Marcela se instaló en Mar del Plata, primero en un hotel y luego en un departamento cerca del hospital, para acompañar a su hijo en el proceso de quimioterapia.

“Los primeros meses estaba destruida, me paraba enfrente de él y lloraba: estaba ‘ida’. Después me di cuenta de que mi estado de ánimo también influía en la recuperación de Benja, entonces me armé de fuerzas y empecé a decorar la habitación, a poner música, también llevé una guitarra”, dice la mamá de Benjamín, quien no se desprendió de su hijo ni un segundo y hasta llegó a bañarse en los hospitales para no dejarlo solo.


Gracias a este proceso, que incluyó altas dosis de quimioterapia y atención constante de parte del personal de la salud, tanto el tumor del ojo como el de la panza se redujeron y pudieron trasladarse a Buenos Aires para continuar el tratamiento en el Hospital Militar, en donde Benja pudo ser operado en septiembre del año pasado.


“Después de la operación, Benja estaba en la cama, con las piernas cruzadas, los brazos detrás de la nuca y una sonrisa. A los pocos días le dieron el alta”, recuerda Marcela, orgullosa de cómo se dio la recuperación del niño, que incluso pudo conocer el Estadio River Plate, apenas estuvo fuera del hospital.

En la recta final
Pero el recorrido no terminó ahí. En febrero de este año, Benjamín fue trasladado al Hospital Italiano para comenzar con un doloroso tratamiento de autotrasplante- de médula ósea- que duró más de un mes.


Para que el niño estuviera tranquilo, su mamá siempre trató de que viva todo el proceso como un juego. “Los rayos eran como una nave espacial y su habitación estaba llena de dibujos nuestros. Si la enfermera le decía que haga algo, por ejemplo buches, todos hacíamos lo mismo que él y le gritábamos ‘vamos campeón’ las pocas veces que se ponía a llorar”, cuenta.


Marcela transitó casi todo el proceso sola e incluso pasó por algunas necesidades económicas. Como no podía afrontar los costos de la estadía ni los traslados en Buenos Aires, la obra social, OSPEDYC, además de cubrir todos los gastos del tratamiento, también le brindó un subsidio y un departamento para que pudiera estar cerca de su hijo.


Ya pasó más de un año y medio desde que Benjamín y Marcela dejaron San Bernardo para empezar con el tratamiento. Ahora, en medio de la pandemia del COVID-19, el niño pudo regresar a su hogar y, si bien continúa con un tratamiento basado en Ácido Retinóico, lo hace desde su casa, rodeado de sus juguetes y con la compañía de sus familiares y de su mamá, quien lo cuidó durante todo este tiempo.


“Benja está feliz, no para de correr y de hablar, ya no sabe con qué más jugar”, dice Marcela, recién llegada de Buenos Aires, ansiosa por que su hijo, cuando termine el aislamiento, pueda conocer el mar.

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