En ocasiones, en la psiquis se presenta una batalla entre las ganas de mejorar y ciertas fuerzas inconscientes que impiden ese cambio. En el consultorio lo veo con frecuencia, aparece de distintas maneras, pero todas ellas apuntan a obstruir la posibilidad de progreso y de éxito. A veces los pacientes empujados por esta tendencia inconsciente, y sin anoticiarse, empiezan a desoír lo importante en la sesión. En otros casos interrumpen el proceso psicoterapéutico utilizando diferentes excusas, tales como no tengo dinero, la terapia es aburrida, me falta tiempo o hasta con críticas al terapeuta. Otras veces el intento por detener los avances aparece de forma más creativa; recuerdo un paciente que sabiendo que soy alérgico a las plumas, venía a verme con una campera que las contenía en su interior. No había dudas de que tenía conocimiento de mi situación, ya que le había contado mi problema y además había podido observar la reacción que sufría en el consultorio durante la sesión por la presencia de su abrigo. Necesitó más de 12 encuentros para dejar de traer esa campera; creo que el objetivo solapado, más que dañarme era interrumpir el proceso terapéutico. Esperé pacientemente todo ese tiempo hasta que finalmente, cuando dejó de usarla, le interpreté el porqué de su comportamiento.
Freud desarrolla el concepto de la reacción terapéutica negativa a partir de observar que determinados pacientes se detenían en su progreso terapéutico, o hasta empeoraban cuando en realidad deberían mejorar, como si prefirieran mantener sus síntomas y su sufrimiento en vez de la salud. Él descubrió que esta situación indeseada se daba como resultado de los sentimientos de culpa inconscientes, que producían en sus pacientes una fuerte necesidad de castigo que se traducía en el sostenimiento de la enfermedad. Estos sentimientos operan con tanta fuerza que se presentan como un tipo de resistencia a la cura y constituyen el mayor obstáculo en el proceso analítico.
Ante estas situaciones bastante frecuentes en el tratamiento, juega un rol muy importante la capacidad del terapeuta para poder maniobrar con el comportamiento del paciente y para ayudarlo a comprender el significado oculto de lo que está pasando en las sesiones. Superar la resistencia a la cura es un trabajo arduo, pero necesario para lograr dejar atrás el sufrimiento y comenzar a vivir más plenamente la vida.
