En la medida de lo posible, dosificar las tareas que el alumno debe completar durante una jornada. Luego de hacer la selección, sigue el contacto con el profesional de apoyo: se le comunica la decisión, se le envían todos los contenidos –suelen estar disponibles al principio del día en la plataforma digital- y se combinan un momento de la mañana y un momento de la tarde, de no más de 45 minutos cada uno, para completar las tareas de esas dos asignaturas. Para mayor previsibilidad, es deseable que la comunicación de la mañana y de la tarde se realicen todos los días a la misma hora y que el profesional de apoyo haya tenido el material con la suficiente anticipación como para preparar la clase. Algunos padres tienden a quejarse
con la escuela por la cantidad de actividades o tareas que se envían. En lugar de gastar energía en eso, es mejor usarla para seleccionar y establecer el cronograma semanal.
Apostar a la comunicación visual
Si con algo nos familiarizó el coronavirus es con las herramientas de accesibilidad visual. Aprovechando esta facilidad que hemos adquirido todos debemos plantear que la clase entre el alumno y el docente de apoyo sea con alguna de estas herramientas. Resulta más fácil y entendible para el niño y mucho más rico el intercambio. Si es posible compartir pantalla, mejor, así el profesional de apoyo puede guiar la actividad del niño. Una vez terminada la clase, la madre o el padre puede colaborar para que todo el material producido llegue al docente. Siempre mostrándole a su hijo cómo lo hace, de modo de aprovechar el
aprendizaje y generar autonomía día a día.
Evaluar la necesidad de asistencia a la clase grupal
En algunas situaciones, como ocurre con niños y adolescentes con trastorno de espectro autista, el volumen de estímulos que se produce en una clase virtual puede resultar confuso, complejo y hasta muy estresante. Es una comunicación con un docente y compañeros al mismo tiempo pero sin un orden que siga la lógica que el alumno necesita para prestar atención. Pueden haber preguntas que se producen en simultáneo y respuestas que no se comprende del todo bien a qué pregunta corresponden. La sugerencia es consensuar con la escuela y el equipo de apoyo qué clases evitar, en cuáles es factible armar grupos reducidos y con qué docentes o en qué materia se podrían realizar encuentros individuales. Una forma de probar si el aula virtual es viable es con las clases especiales en las que tradicionalmente participan pocos chicos, por ejemplo, algún taller o algúnesquema de nivelación de un idioma específico. A medida que van pasando las semanas y alumno y familia se encuentran más cómodos, se puede ir probando la incorporación. Según lo especifique cada escuela, el alumno podría contar con la presencia del profesional de apoyo.