Norte en Línea - Palito Ortega, En Diálogo con Longobardi

Palito Ortega, En Diálogo con Longobardi

“En Latinoamérica tenemos la mala suerte de que cada tanto aparece un dictador. Siempre hay algo que no termina de acomodarse”.

Ramón Ortega, o más simplemente Palito, En Diálogo con Longobardi. 57 años de vigencia como artista, millones de discos vendidos. De cuidar un cementerio en su infancia en Lules al hit de La Felicidad, su paso por la política, la vuelta a la música, su relación con Frank Sinatra y con Charly García y una reflexión sobre lo que sucede en Venezuela.

Sobre su vigencia y lo descartable del momento actual:
“Son tiempos en los que se consume mucho y se desecha mucho. En la época nuestra, el artista una vez que se instalaba en el sentimiento de la gente, tenía la posibilidad de una proyección mayor. Yo tuve la suerte de ingresar en el año 62, que grabé por primera vez, en un programa de televisión que era visto por toda la familia: el Club del clan. Y luego de ahí partimos un poco hacia Latinoamérica, tuve la suerte de ir con mi música hasta Europa. Soy un agradecido por tantos años a Dios, a la gente, porque no es sencillo, es un trabajo arduo.”

Palito y la política: gobernador, senador, candidato a vicepresidente. ¿Soñó con ser presidente de la Argentina?
“Cuando yo fui candidato a vice, en realidad estábamos trabajando en un proyecto porque éramos un grupo importante de gente que hoy son protagonistas de la política argentina. En ese momento colaboraban conmigo y trabajábamos en un proyecto presidencial. Luego con el otro candidato del peronismo argentino, el doctor Eduardo Duhalde, llegamos a un acuerdo y fui como su candidato a vicepresidente por una diferencia no tan importante. Nos ganó en ese momento el doctor De la Rúa y fue el presidente. Siempre digo que de haber ganado Duhalde presidente y yo haberlo acompañado, hubiese trabajado en el área social y él en la gestión. Él tiene una gran experiencia en la administración porque se necesita. Latinoamérica especialmente es muy presidencial. La palabra presidente… en Estados Unidos usan más la palabra administración: la administración Reagan, Clinton. Y yo creo que lo que necesitamos los países es un buen administrador más que esa cosa pomposa del presidente. El país termina siendo una gran empresa y de acuerdo a la habilidad que tenga el presidente de turno se vende mejor el país y toda la parte económica funciona mejor. Dejé la política porque ya había alcanzado algo que era muy difícil en ese momento.”

El desencanto de la política y el caso Venezuela:
“De alguna manera uno tiene una idea de cómo es y a poco de andar el mundo de la política ya te das cuenta del todo. Sí, un poco sí terminé desencantado, pero me parece que es igual en todas partes, no es de la política latinoamericana. Aunque nosotros tenemos un poco de mala suerte porque periódicamente aparece un dictador. A mí me duele mucho lo que pasa, yo iba mucho a Venezuela y me duele profundamente lo que le pasa al pueblo venezolano. Hay gente muy ignorante que le dan ese poder, que tienen ese poder en la mano, y cuándo hacen mal uso de ese poder es una combinación terrible. Entonces me da mucha pena. Pero en Latinoamérica siempre hay algo que no termina de acomodarse. En este caso aquí, en nuestro país, especialmente en Buenos Aires, hay una cantidad de gente joven venezolana. Gracias a Dios los veo trabajando. Y es una pena porque finalmente es un desarraigo que pesa, que duele. Y algún día anhelarán volver a su país.”

El nacimiento de La Felicidad y su trayectoria internacional:
“Romáticos 60 son las melodías que empecé cantando con Paul Anka, que por esas cosas de la vida termine conociendo en Nueva York. Le dije que yo había empezado cantando sus canciones y que iba a grabar en español. Me dijo escribime una canción. La escribí y me dijeron en la discográfica: <la tenés que grabar vos>. Era La Felicidad. Yo estaba viviendo un estado de ánimo muy especial para escribir esa canción. A los 3 días me encerraron en el estudio me dijeron <grabá ya> y fue un éxito internacional. En Alemania tenía 12 o 14 versiones diferentes. Esas son cosas gratificantes para alguien que llegó de ese pueblo lleno de sueños y qué de pronto ve que todos sus sueños, a fuerza de voluntad, de trabajo, y de no bajar los brazos ante cualquiera de esas puertas que se van cerrando, un día ve eso y dice valió la pena.”

Acerca de su relación con Charly García con quién había tenido diferencias antes y a quien le dio acogida en la peor internación del cantante:
“Cuando me entero de que estaba sufriendo una crisis profunda, internado, me acerco para visitarlo. Lo vi muy angustiado y en un momento en que, generalmente, en estos problemas interviene la justicia. La clínica donde estaba internado ya le estaba pidiendo a la jueza que había terminado esta etapa y que tenía que pasar a otra. Entonces tenía que ir a otro lado. La jueza estaba empeñada en que tenía que ir a una granja determinada. Charly, cuando llego, salta de la cama. Estaba con una angustia enorme por esa situación, no quería ir a una granja. Cuando me abraza me dice al oído: <por favor, no dejes que me lleven a una granja porque me voy a matar>. Llorando, con una angustia tremenda. Y ahí le dije a la jueza que no estaba en condiciones emocionalmente, estaba mal. Le digo a la jueza: <Yo le ofrezco una casa, porque no manda a alguien a ver para que está en condiciones para este tratamiento>. Fueron, las condiciones estaban dadas, se trasladó todo. Así que ahí pasamos un año y Charly despacito iba saliendo. Pero tenía como una idea de que no iba a salir más al escenario, no se veía realmente tocando. Hasta que llegó diciembre de ese que estábamos allí. Le armé una carpa muy grande llamé a todos los amigos en un escenario y empezaron a todos a tocar, León Gieco, los amigos de él. Y, cuándo empezaron a tocar, estaba el teclado preparado y subió a Charly, le armaron un micrófono y empezó a cantar. Nito Mestre, que fue su compañero en Sui Generis, cantaba a la par de él. Y así se dio, se entusiasmó otra vez y ahí le programa una empresa el primer concierto y vuelve otra vez a subir. Y hasta el día de hoy, de vez en cuando, hace sus conciertos, sigue grabando sus discos, gracias a Dios. Más allá de que uno lo quiere como ser humano, como persona, era verdaderamente una cosa inaceptable que una persona con un talento de esta envergadura se pierda o se desanime o no quiera seguir. Y hoy tenemos una relación casi de hermandad, nos miramos y ya sabemos cómo estamos. Es una persona que admiro profundamente. Más allá de su inteligencia, porque es muy inteligente, la música que sabe Charly es una cosa increíble, tiene oído absoluto. Él tiene formación de música clásica. Cuando estábamos en los momentos difíciles en el estudio que tenemos en Luján, sesentava en el piano y tocaba música clásica. Yo no sabía que era concertista, porque a los doce años ya lo querían llevar de gira a Europa a hacer conciertos de música clásica.”

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