Es locura que agita mi memoria,
tengo urgencia de verte a cada instante,
aunque temo mirarme en tus pupilas
porque hay fuegos que queman sin tocarlos.

Ya me sé de memoria los colores
de las casas y tiendas de tu calle,
sé que paso por verte aunque no estés,
sé que miento al decirme en voz muy baja
que son libres las calles… que no paso por ti.

Tu calle tiene imán que me conduce
con la fuerza del viento, irresistible,
al portal de tu casa, pero avanzo
sin mirar tu ventana, confundida
con la gente que pasa.
¿Es tan grande este amor que hasta tu calle
me remolca con ímpetu? Yo sé
que no debo buscarte, pero voy,
y aunque sé que este amor es clandestino
ya la tarde ha cerrado la frontera
y no puedo volver sobre mis pasos.

Nunca estás asomado a la ventana,
yo suspiro por verte pero existes
en remotas galaxias y haces versos
al amor y a la paz, y no me miras
cuando paso sedienta por tu calle.

Te estás yendo de mí, calladamente,
he sacado la red siempre vacía,
porque estás y no estás, y tienes miedo.
Ya no temas, amor, no habrá saeta
que amenace tu pecho.
Yo estaré en el lindero de tu esfera,
pasaré por tu calle sin que sepas,
y alguna vez, disimuladamente,
me sentaré tranquila en tu vereda
a esperarte mil años, o tal vez
hasta que cierre mis ojos para siempre…

Por Ing. Irma Gaibor García