Pero cuando no tenemos un contacto directo, no la conocemos de verdad; por el contrario, cuando nos animamos a romper alguna frontera; o algún prejuicio, o algún temor, y comenzamos a preguntarle su nombre, a conocer su historia, empezamos a descubrir que tenemos muchas más cosas en común de las que nos hubiéramos imaginado.
En la Jornada Mundial de los Pobres, queremos invitarte a esto, a que no solamente hagas un gesto solidario con alguna persona en situación de pobreza, sino, que te acerques a ella, que te animes a preguntarle su nombre; a pararte un ratito en la calle, quizás 5 minutos, y escuchar su historia; esto puede cambiar muchas cosas.
Esa persona se va a sentir reconocida, como alguien que está ahí, y vos te vas a sentir mucho mejor, porque te detuviste un rato, a pensar en alguien y a conocer a alguien que merece ser conocido.
Nos dice la Palabra de Dios que: “El pobre gritó, y el Señor lo escuchó”; hoy queremos estar atentos al grito de los pobres, después para amarlos y después para reconocerlos hermanos.